Ya no había nada por hacer
Me dormí en la muerte creyendo que aquí ya no había nada por hacer, entre sueños me moria y me sentía desvanecer, fue el arrebato de enojo nocturno, fueron rencores que guarda uno; me dormí aquí queriendo no despertar, queriendo desaparecer a todo el mundo más que a mi, enojada y decepcionada, frustrada y egoista y aun así desperte aquí mismo, cuando ya no sentía las ganas ni la fuerza; me desperte aquí donde tengo un cuerpo fisico y espiritual, donde hay salud y tiempo, donde todo se puede reparar y olvidar, me dormí sin pensar en que todo lo bueno sigué aquí cuando me rindo o decido huir, me desperte sabiendo que quiero estar aquí, aquí en la abundancia, en la comodidad, en el arte, en los defectos, en las gracias.
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