La locura de mamá



Mamá sigue diciendo en voz bajita que me volví loca una vez; como si no me hubiera dado cuenta yo, como si no siguiera loca. Lo dice en voz bajita para no escucharse ella misma, para hacer como que no se da cuenta, para no perturbar mi perturbada existencia. 
Mamá habla de otras cosas para no hablar de lo que realmente importante y yo que soy la loca, tengo que explicar su discurso desordenado, sus cambios de humor cuando el tema entra en discusión.
Mamá huye de la realidad, como la realidad huye de mí, como huyo de mi mamá que cree que tiene derecho a creer cosas sobre mí, la diferencia entre ella y yo es un diagnóstico, un quiebre y una crisis, mamá habla en voz bajita de lo que no puede aceptar en sí misma.
Mamá se pregunta si hizo algo mal, si de verdad la odio tanto; pero no quiere escuchar; usted también lo piensa, pero se equivoca en realidad, yo a diferencia de ella la puedo entender y puedo hablar, decir que la entiendo, decir no la culpo.
-¡Mamá!-, gritó, exclamo y declamo; está un poco loca, ni más ni menos que yo, igual que el mundo entero; intenta disimular, ni más ni menos que yo; intenta salvarse de la locura y son esos chispazos de locura los que la salvan; los que la hacen tan igual y diferente a mí.

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